Cada destino de nuestro país es único y en todo lugar hay olores y sabores que se quedan grabados en nuestra memoria. Muy cerca de la CDMX, en la zona arqueológica de Teotihuacán, está Conejo En La Luna, restaurante bar y fábrica de mezcal que se ha convertido en un un oasis para los amantes de la gastronomía y del auténtico destilado tradicional.

La barbacoa de cordero, los gusanos de maguey y el Belly de puerco con salsa de frijol son algunos de los platillos que ofrece este restaurante, a los pies de la Gran Pirámide del sol, a poco más de 50 kilómetros de la Ciudad de México. Bajo las órdenes del Chef Ejecutivo Antonio Sánchez, con formación y experiencia internacionales, la cocina de Conejo En La Luna busca recuperar la gastronomía del Estado de México con un toque muy personal.
“En Conejo en la Luna hemos rescatado ingredientes poco conocidos, y los hemos incluido en preparaciones tradicionales dentro de nuestro menú, como las Tortitas de Ahuate de Atenco o las Gorditas de Pinole servidas con compotas caseras de fruta de la temporada”, ejemplifica el Chef.

El mezcal tradicional, aquel en cuya fabricación no median procesos industriales y reconocido por su autenticidad, no puede faltar en la carta, pues Conejo En La Luna, además de restaurante es también fábrica de mezcal y su marca del mismo nombre -Conejo En La Luna- propicia que maestros mezcaleros de todo el país puedan comercializar su destilado sin traicionar sus orígenes.

Las variedades de mezcal de Conejo En La Luna provienen, por ejemplo, de Oaxaca, Puebla, Guanajuato, Michoacán, Durango, San Luis Potosí, Estado de México y Guerrero y se incluyen además en la oferta de mixología, comandada por Karla Sánchez. “Disfrutar de un coctel en Conejo En La Luna es una mezcla de aromas, sabores y texturas que nos da un respiro ante cualquier situación”, explica la joven.